Relato de parto: "Fue todo lo contrario a lo que yo esperaba"
19 de marzo de 2019 • 15:18
Las situaciones de parto son tan disímiles como personas hay en el mundo. A algunas mujeres parir se les da muy naturalmente y sin esfuerzos hercúleos. Otras, en cambio, relatan la experiencia como una de las más difíciles que les tocó atravesar en sus vidas, convirtiéndose en algunos casos en algo traumático. La diferencia parecería tener que ver con una doble variable: por un lado, el umbral de dolor de cada mujer, y por el otro, el contexto del mismo parto. Es decir, si el bebé viene sin problemas y si la familia y el equipo de profesionales saben acompañar con pericia y empatía. Este es el relato de Catalina Arizu (34), Office Manager de una productora audiovisual y mamá de Juan (3 años), Luis (2 años) y Fátima (1 año).
MI EMBARAZO
"Con la llegada de Luis, siempre pienso que no puede ser más cierta la frase de que los hijos llegan cuando ellos quieren, no cuando vos querés. Y lo digo en todos los sentidos, desde la sorpresa gigante que fue su embarazo, hasta el modo en que llegó, que refleja totalmente su personalidad, súper alegre e intensa. Todo lo bueno lo bueno lo vive con una alegría total y lo no tan bueno es un drama absoluto. Así que su llegada también fue intensa. Con él empecé con contracciones en la semana 28 y tuve que hacer reposo. Finalmente, 2 días antes de que naciera, el médico me dijo que ya me podía levantar, y cómo será que al día siguiente ya me puse de parto. Hoy pienso que si hubiera seguido haciendo reposo quizás Luisito aguantaba un poco más."
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LA PREVIA
"A eso de las 7 de la tarde empecé con contracciones, pero como venía acostumbrada a tenerlas, no pensé que fueran de trabajo de parto. Habíamos sacado entradas para ir al cine a ver El renacido, con Leo Di Caprio, y aunque yo sentía que eran un poquito más intensas que de costumbre, pensaba que me iba a venir bien sentarme en una butaca y relajarme. Ya en el cine me di cuenta de que eso no estaba pasando, porque eran cada vez más seguidas. De golpe, me puse a vomitar, y dije: ‘Listo, este niño llega hoy’. Los vómitos durante el trabajo de parto son un síntoma que no todas las mujeres tienen, pero que yo tuve con los 3. La llamé a la partera y resultó que estaba en Pinamar, por lo que me iba a tener que atender con su socia. Ella me dijo que, como estaba de 33 semanas, el bebé iba a llegar rapidísimo, porque era más chiquito y ya era mi segundo embarazo".
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EL PARTO
"Aunque mi intención era atenderme en el Mater Dei, como no habían habitaciones disponibles tuve que ir a la Maternidad Suizo Argentina, que era donde me correspondía por mi obra social y donde solía trabajar mi partera. Es decir, estaba con una partera que veía por primera vez en mi vida, en un hospital que no había elegido y vomitando durante las contracciones, que por suerte en el caso de Luis no me dolieron tanto como en mi primer embarazo, que las sufrí muchísimo. No sé si fue porque era el segundo o porque las toleré mejor. Pasaron dos horas y yo veía que entraba y salía gente, entre ellos un hombre que no se presentó y que no me decía nada. Cuando ya tenía 5 de dilatación, vi que el hombre se ponía a cuchichear con mi partera, y ahí ya no aguanté más y les pregunté qué pasaba. 'Bueno, es que no te queremos preocupar", me dijeron, "pero tu bebé está con sufrimiento fetal desde que llegaste'. Les pregunté cómo podía ser que no me hubieran dicho nada, y me contestaron que no lo hicieron porque su vida no estaba en riesgo, pero que ahora estaban viendo que la cosa se estaba poniendo más seria. Me pusieron entonces la epidural, que me iba a ayudar a dilatar más rápido y fue un placer. Yo había hecho todo el trabajo de parto de mi primer hijo sin ella, porque nunca llegó la anestesista, y la diferencia fue tan brutal que dije: ‘Esto es un chiste, esto no es parir’. No sentía dolor y venía dilatando re bien, aunque sin noticias del médico que todavía no había aparecido.
Cuando ya estaba con 9 de dilatación, entró la obstetra de guardia con el monitorista, y me dijo: ‘No podemos esperar más, este bebé se te muere. No podemos arriesgarnos. Ya lleva 5 horas de sufrimiento fetal y es una barbaridad seguir esperando. Vamos a cesárea'. A mí se me paró el corazón y les dije ‘Ábranme ya’. Yo soy muy pro parto natural, pero en el momento en que me dijeron que la vida de mi hijo corría peligro, dejó de importarme si me abrían en canal. Me llevaron al quirófano y gracias a Dios que estaba conmigo José, mi marido, porque sino me hubiera muerto ahí mismo. La cesárea la terminó haciendo la obstetra de guardia, osea que se sumaba un elemento más que no había planeado. Además se sumó el hecho de que te atan las manos para que no tengas reflejos, y es muy duro, porque cuando te lo sacan vos lo que querés es agarrarlo y no podés. Otra cosa horrible es el olor a asado que hay en la sala de cesárea, porque te van cauterizando a medida que te abren y el olor es muy fuerte. Pero bueno, así finalmente nació mi gordito, gracias a Dios, a tiempo".
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MIS REFLEXIONES A LA DISTANCIA
"Lo que aparentemente pasó es que tenía la placenta envejecida, que se estaba desprendiendo, por eso el bebé había hecho todo lo posible por salir antes. Se lo terminaron llevando a "neo", a las incubadoras, y fue muy duro volver a la habitación y no tenerlo conmigo. El posparto también fue durísimo. Para mí, cuando dicen que lo fácil es la cesárea es porque no tienen la menor idea de lo que están hablando. Es muy difícil, sobre todo si no podés estar con tu bebé piel con piel todo el día. Yo no me podía incorporar del dolor y no pude caminar hasta el cuarto día, así que me tenían que llevar en silla de ruedas a la "neo" para darle de comer al gordo. Por suerte Luis era un toro que con solo 33 semanas pesaba 2 kilos y medio y parecía el padre de todos los demás bebés, así que a los 9 días finalmente nos pudimos ir a casa. No es fácil la recuperación de una cesárea. Yo prefiero mil veces tener parto natural, pero dadas las circunstancias, no lo dudé. Hubiera hecho cualquier cosa antes que poner la vida de Luis en riesgo".
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