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Crisis de pareja: ¿qué hacer cuando vos te querés separar y el otro no?

¿Qué pasa cuándo sentís que un vínculo no va más y tu pareja no quiere saber nada con la idea y se resiste? Descubrí por qué le pasa y cómo abordarlo.


miparejanoquieresepararse_principal.jpg - Créditos: Universos mínimos



Tu decisión está tomada: sentís que el vínculo no avanza y que es momento de poner un freno. Es un hecho: después de algunas dudas o de intentar todos los recursos, querés separarte. Y aunque se cae de maduro que el amor ya dejó de estar en el aire, tu pareja plantó bandera y parece no entender razones. Paciencia. La idea es resolver esto por las buenas, porque siempre es mejor separarse civilizadamente por todo lo que sí fue. 

¿Cómo explicarle tu decisión tomada?

Es probable que ya hayas estado “duelando” internamente y haciéndote el millón de preguntas de por qué esta relación hoy ya no va más. Sin darte cuenta ni proponértelo, es probable que hayas hecho un proceso silencioso, que ahora necesita el diálogo y especialmente, surfear un proceso, que lleva tiempo y energía de parte de ambos. Así como un día pensaste que habías encontrado al amor de tu vida, sin querer, también hiciste el proceso inverso al decepcionante momento de desconocerlo. Que se te haya acabado el amor de pareja por esa persona no quiere decir que se te haya agotado tu capacidad de quererlo/a. Pero no se puede evitar la parte incómoda y dolorosa que implica separarte.

Entender el dolor del proceso

Cuando un vínculo se rompe, está bueno tener en cuenta que las parejas no se separan de un día para el otro, sobre todo cuando hay una historia, un tiempo y vida en común –hijos, mascotas, bienes–. La separación es un proceso doloroso, y aunque siempre deseemos que se dé en buenos términos, puede que en un principio el otro se niegue a querer conversar. Obviamente con moderación, hay que darle tiempo a que se haga la idea que vos venís maquinando desde hace tiempo (nadie decide separarse de un día para el otro). Pero si esto se pone más hostil y pasa al modo necio, es recomendable ir a un espacio neutral, como una terapia de pareja, donde desandar esa falta de conversación que puede haber en el vínculo. La idea es separarse sin hacerse tanto daño; evitar que la hostilidad se convierta en violencia. Y si la escalada llega al punto de que el otro no se quiere ir de la casa o algún tipo de manipulación, es mejor recurrir a un asesoramiento adecuado –como abogados especializados– y apoyarte en tu red de contención para poder afrontar el tema. 

Consejos y herramientas clave

Claves para cuando tu pareja no quiere separarse... y vos sí.

Claves para cuando tu pareja no quiere separarse... y vos sí. - Créditos: Getty Images

Cuando queremos empezar una conversación por una separación, hay que saber soportar no estar de acuerdo en todo. El proceso de duelo correcto –si es que lo hay– es poder tolerar que el otro tenga una imagen mía que obviamente no me va a gustar, como “la mala” o “la que no le importa la familia”, y tener presente que no van a coincidir en muchas cuestiones; justamente nos separamos porque no estamos de acuerdo en la mayoría. Si bien una pareja no se trata de coincidir al 100% en todo, la idea es concordar en los valores de ambos. Entonces, una buena táctica de encarar una charla es saber de antemano que son asuntos muy dolorosos, que pueden despertar procesos duros. Por eso, hay que ser compasivo con uno y con el otro, sobre todo por respeto a la historia de amor que, mientras funcionó, estuvo bien. Pero no intentar tener diálogos “con un moño”, no pretender de esos intercambios que el otro entienda lo que sentimos o lo que opinamos; justamente se va a dar una ruptura. Acá, nunca mejor aplicado el famoso “el tiempo lo cura todo”. Hoy, la paciencia y la tolerancia son la clave.

¿Por qué el otro quiere sostener el vínculo?

Hay infinitas razones por las cuales la otra persona puede estar convencida de querer quedarse. Te pasamos un punteo de las más comunes, y cómo encararlas a tu favor:

  • POR COMODIDAD
    El típico reverso de la situación: no quiere hacer el proceso ni irse, y mucho menos enfrentar los cambios que va a haber a partir de una separación. Entonces, se aferra a la posición en la que está. El lado B de este comportamiento es un sufrimiento enorme. No es que el otro esté cómodo sabiendo que vos querés separarte, pero es lo que puede hacer por ahora.

    ¿Qué trabajar? El altísimo costo que tiene el hecho de no afrontar los cambios que puede traer una separación. Cuando algo se termina, lo mejor que podemos hacer es acompañar el ciclo vital que tiene un vínculo; explicarle que si se agarra a la idea de que esto tiene que seguir, está cursando una especie de berrinche, lo cual responde a un comportamiento bastante infantil. Lo más saludable es que acompañemos el movimiento de los cambios de la vida. De lo contrario, el costo será altísimo para los dos.

  • POR AMOR
    La realidad es que cuando una relación se desgasta, es para los dos, solo sucede que a uno le cae la ficha primero. Cada cual tiene su periodo de elaboración; no hay que tratar de coincidir en los tiempos ni en estar de acuerdo. Es muy doloroso enterarse de que alguien que aún amamos no nos ama más. 

    ¿Qué trabajar? El que todavía ama va a tener que aprender a hacer su proceso individual para que no queden con un vínculo roto y peleando de por vida, incluso separados. El desamor es algo fuerte. El enigma a resolver acá es intentar por cualquier medio no seguir peleándose, sobre todo aún separados, y si existen, por ejemplo, hijos en común. Por eso es tan importante hacer los procesos sin apurarse, pero como corresponde, si no, algo de lo no trabajado va a volver a aparecer.   

  • POR LO QUE TIENEN EN COMÚN 
    Cuanto más en común, más difícil para ambos la separación, pero no debe llegar a ser un impedimento. Lo ideal es que puedan conversar y acompañarse en el proceso de hacer toda la reestructuración de la vida.

    ¿Qué trabajar? La conversación no siempre es posible porque los procesos son tan individuales como las personas. Si hay hijos, el daño que les genera a los chicos tener padres a los que ven tristes, discutiendo, sin deseo, es muy alto. Y hay un gran ejemplo de amor cuando uno decide separarse y poner un límite a una situación que provoca sentimientos feos. ¿Va a ser doloroso? Por supuesto. No se puede romantizar la separación de los padres. Pero, en el mejor de los casos, llevándolo como corresponde, los chicos incorporan la posibilidad de correrse a un lado cuando las cosas no andan bien y de saber que siempre se tiene la opción de volver a conformar parejas que sean más plenas y saludables en un futuro. La vida no se termina ahí. 

RED FLAGS: ¿qué no hay que bancar?

Un proceso de duelo nunca es fácil, obvio, pero hay ciertos NO que se deben evitar a la hora de afrontar una separación: 

1) Un límite es el padecimiento. Muy distinto es tener conflicto vincular o sufrimiento. Cuando la venís pasando mal desde hace rato, se llama padecimiento y eso definitivamente no va.

2) Conductas agresivas. Es más común de lo que se cree, que dos personas que se amaron mucho lleguen a los peores términos, y mucho más cuando una de las partes no se quiere separar.

3) La no conversación. Cuando no hay ni diálogo ni escucha, hay que recurrir a terceros que puedan mediar para contribuir a que la comunicación fluya y tomar decisiones, por más dolorosas que sean.

4) Actitudes de manipulación. Hay que tener cuidado de no caer cuando el otro hace un papel de “pobre enamorado/a” pero en realidad te está psicopateando, es decir, continúa la vida como si nada hubiera pasado, sin tener en cuenta lo que le planteás. El peligro de creerte el papel de víctima de tu pareja es que muchas veces se debe a su ego herido y no al amor que, supuestamente, aún siente. Ojo: culturalmente está mal visto ser dejado; una persona narcisista podría hacer un extraordinario intento por venderte todos esos cambios que le venís reclamando desde hace años, solo para que vuelvas y, finalmente, ser ella quien te deje. 

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