Coliving: la tendencia norteamericana y pisa fuerte entre los jóvenes argentinos
Ya nos acostumbramos al coworking, pero ahora llegó el coliving para quedarse: ¿cómo es esta movida que es un boom para los nómades digitales, que eligen vivir juntos y compartir actividades? Acá, algunas claves para entender el fenómeno.
8 de julio de 2023
coliving_01.jpg - Créditos: Getty Images
De un tiempo a esta parte se viene hablando cada vez más del fenómeno del co-living, que toma distintas formas en lo contemporáneo, dependiendo también del segmento poblacional del que hablemos y la realidad socioeconómica de cada país. A grandes rasgos, hablamos de co-living cuando pensamos en estructuras y modelos de vivienda que permiten que distintas personas o familias compartan un lugar en donde cada uno puede mantener la privacidad y cierta autonomía, pero con zonas o áreas compartidas (como espacios de cocina, juego y relax, trabajo o espacios verdes y áreos) donde se realizan actividades en conjunto con otros.
El co-living o co-housing (co-housing se usa para viviendas más permanentes y co-living para rentas temporales), es decir, el compartir espacios de vivienda con amigos o desconocidos, no es una novedad. De hecho, es algo que viene en alza desde 1980 en sitios como Europa y EEUU -donde se encuentra más desarrollos de este estilo- y que responde tanto a los crecientes costos de la vivienda como a nuevas estructuras socioculturales, como el aumento de hogares unipersonales. Según un informe de Fundación Eforo del año pasado, de los 9.2 millones de hogares en Argentina, el 18,8% son “unipersonales” (conformados por una sola persona) y 14% son “monoparentales núcleo” (aquellos en los que un único progenitor convive con sus hijos/as).
Pero no se trata solo de que cada vez más gente viva sola y que con los creciente costos de vida busquen una manera de acomodarse en una economía inestable y con altos niveles de inflación, sino que los hábitos también están cambiando. Esto incluye al trabajo y el modo en que impacta en nuestra vivienda, ya que las nuevas tecnologías y la modalidad del teleworking también ha fomentado el crecimiento de la llamada freelance economy (en EEUU ya incluye a 53 millones de trabajadores y se proyectaba en un 50% de la fuerza de trabajo para el 2020), que hace más trabajadores se queden en casa, requiriendo de espacios multifacéticos que sirvan las veces de vivienda-oficina, o bien espacios compartidos, como ofrecen muchos de estos desarrollos nuevos.
¿Una extensión del coworking?
Muchos entienden al co-living como una continuación casi natural del co-working. - Créditos: Getty Images
De este modo, muchos entienden al co-living como una continuación casi natural del co-working, con espacios compartidos con comodidades y conectividad que permiten teletrabajar desde casa, y espacios de descanso y esparcimiento también comunes, que por lo general están apuntados a jóvenes propietarios e inquilinos. Por lo general, las amenities compensan la pérdida de metraje de los departamentos, generando una optimización del espacio. Entonces si bien las unidades se encogen, las amenities vienen a compensar esta pérdida de espacio dando soluciones compartidas.
¿El gancho de estos lugares que ya están viendo algunos desarrollos incipientes en la ciudad de Buenos Aires? Apelar a mixear espacios de trabajo y vivienda, la economía compartida, la posibilidad de tener espacios verdes -algo muy cotizado en la ciudad post pandemia-, y cierta idea de comunidad con otras personas que tengan similares estilos de vida (profesionales jóvenes, freelancers o autoempleados, nómadas digitales, etc), son algunos puntos fuertes.
¿Un nuevo experimento social?
Sobre esto último nos cuenta un poco más Gaba Najmanovich, consultora de tendencias y speaker. “La pandemia llevó a los consumidores a valorar lo comunitario. Se entendieron parte del tejido social, pudieron percibir el efecto que puede tener la presencia del otro sobre sus vidas, vieron cómo los afecta la carencia de socialidad, todo esto en conjunto los llevó a reconectar con la comunidad. El co-living ofrece una solución a esta búsqueda de acompañamiento. No nos olvidemos de que uno de los grandes problemas que supone la era de la virtualidad es el aislamiento social, es algo que venimos siguiendo hace varios años. Pasamos mucho tiempo en la pantalla construyendo vínculos superficiales, nos conectamos desde el 2D y el encuentro físico es algo que se da con menor frecuencia. Los espacios de vida compartida son una solución a este desafío. Al generar espacios de uso compartido facilitan la creación de comunidad – no solo se comparte el espacio, se comparte el tiempo, se dan situaciones de circulación social de forma cotidiana sin perder la intimidad. Entre migrantes esto es atractivo porque facilita la llegada a un país desde lo social”.
Uno de los primeros proyectos con características similares en Argentina, fue 1,2,3 Live & Work, de las arquitectas y diseñadoras Mónica Kucher y Gabi López. Esta última continúa colaborando con desarrollos de este tipo, y cita como ejemplos recientes, proyectos como la nueva residencia universitaria Resa San Mamés en Bilbao o The Student Hotel: “Ahora en el mundo en las principales ciudades hay edificios que son administrados por empresas que se encargan de adaptarlo para personas quieran tener una habitación individual o compartida con espacios que pueden ser de teletrabajo individual o común y zonas de ocio. Ya veníamos viendo esto en The Student Hotel que es una modalidad de renta temporal, es decir, son lugares hasta pueden tener cafetería, cocina, gimnasio, pileta y todos estos servicios están incluidos en el mismo precio. Es decir, es como una especie de residencia de estudiantes, pero en realidad son trabajadores”, explica Gabi López, diseñadora de interiores, especialista en sociología del diseño.
“Algo que está pasando a nivel local es que el precio de los alquileres se está disparando y es cada vez más difícil dejar la casa de los padres. El co-living es una solución clave para esta situación. En general estas propuestas son llave en mano, entrás a un espacio semi-amoblado o amoblado, por lo que baja la inversión inicial. También es más barato un alquiler de una habitación con otros ambientes compartidos, así se hace cada vez más accesible este primer movimiento hacia la independencia. Es una solución clave para grupos demográficos más jóvenes que debería tener más difusión en el contexto local”, explica Najmanovich.
Y en este sentido es importante hacer una diferencia entre la cantidad de propuestas que ya existen para compartir departamentos o alquilar cuartos -y tener “roommates”-, y una opción de co-living o co-housing donde la persona o personas pueden alquilar o ser propietarias de una unidad autónoma, no solo un cuarto, que puede tener áreas de uso común. Si no desagregamos otras propuestas donde también se convive con otros para reducir costos mensuales y se comparten espacios (pisos compartidos, pensiones, viviendas universitarias, y hasta hostels o Airbnb), el co-living podría ser un fenómeno mucho más extendido y afín a estos tiempos de lo que pensamos.
No sólo para jóvenes: también migrantes, viejennials y familias monoparentales
Algunas propuestas arquitectónicas innovadoras para el coliving
Pero ojo que el co-living no es solo para los jóvenes, con otros fenómenos demográficos en crecimiento como el envejecimiento poblacional, y de la mando de posibilidades económicas en ciertos segmentos con la economía plateada, algunos de los proyectos inmobiliarios también apuntan a los adultos mayores que quieren vivir solos “pero acompañados” en entornos afines y estimulados. Las comunidades con viviendas autónomas, pero asistidas para mayores o incluso los proyectos de co-housing para viejennials como el proyecto que encara PAMI junto al Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat llamado Casa Propia - Casa Activa, son algunos buenos ejemplos para pensar en la ampliación del target.
¿Y qué sucede con las familias monoparentales? “Otro de los puntos interesantes de este estilo de vida es el soporte de la comunidad. Esto de crear una vida en conjunto más que compartir un espacio. Un ejemplo interesante es Commune, un proyecto francés que busca dar soluciones a familias monoparentales. La idea es ayudar a estar personas en la crianza a través de la creación de espacios compartidos. Cada departamento tiene una kitchinette y baño privados, pero, además, hay cocinas, playrooms, laundry y jardines comunales. Entonces estos espacios dan espacio a la intimidad y ayudan a la crianza desde la gestión de tiempos y la creación de comunidad. Hay apoyo moral entre pares y también se pueden dar situaciones más solidarias de cuidado grupal”, sigue Najmanovich.
“A la hora de relocalizarse en el extrajero siendo profesional, uno tiene como fin adaptarse a la sociedad y hacerlo de la manera menos engorrosa, si buscamos una buena locación es importante buscar accesibilidad a sitios idóneos y de interés, comunidades para generar sinergias y un gran escenario de Networking, y simplicidad, servicios incluidos, limpieza, mantenimiento, todo lo necesario para poder comenzar la estadía en una ciudad y continuar en otra. Estas son las características que mayormente representan los colivings. Generalmente, son ocupados por profesionales, que además de compartir un lugar de trabajo, comparten una casa donde pueden seguir intercambiando experiencias, laborales y vitales”, cuenta por su lado Heidi López, fundadora de We Are Travelers Coliving (www.wearetravelershouse.com) y con experiencia en primera persona en co-living como migrante, quien lleva adelante este proyecto que busca convertirse en el nuevo tipo de vivienda que buscan los millennials al expatriarse a grandes centros urbanos.
“Pese a su lenta adaptación en la región latino americana cada vez es mayor el fenómeno, tanto así, que tras evaluar calidad y costo de vida, el clima y la velocidad de internet, según Nomad List somos la ciudad número 1 en latino América que agrupa a la comunidad más grande de trabajadores remotos, también somos considerados el mejor destino de América Latina, seguida por San Pablo, Ciudad de México y Playa del Carmen. Sin mencionar el noveno lugar a nivel global. Ante el nuevo contexto mundial, mediante el coliving y su sistema flexible, estamos ante una oportunidad para atraer a los llamados “nómades digitales”, profesionales que trabajan de manera remota y que pueden hacerlo desde cualquier parte del mundo. Profesionales que eligen los destinos donde asentarse por la calidad y el costo de vida, la oferta cultural, la diversidad, el capital humano o la facilidad para emprender”.
En el delicado contexto actual en ciudades como Buenos Aires, con la cantidad de casas desocupadas, versus, la crisis habitacional y el aumento en el monto de los alquileres, el co-living también se postula como alternativa para hacerle frente a la crisis del inquilinato, e incluso hasta como inversión.
Si la propiedad ya no es el objetivo para gran parte de la población joven -en parte porque no es viable- y los centennials hoy prefieren aprovechar al máximo su vida y sus experiencias, buscando espacios que les provean la mayor cantidad de servicios y posibilidad de interrelacionarse con otros, ¿a dónde están yendo las ciudades y cómo cambiará la cara de las mismas? “Se desintegró el formato habitual de la asistencia a las oficinas y están todos los trabajadores de alguna manera en una lucha por sostener esta nueva hibridez, con estas zonas del microcentro o lugares que antes estaban dedicados a las oficinas hoy totalmente vacíos, por lo tanto, yo creo que está por verse el destino de estos lugares y hoy hay es un periodo donde se pueden producir oportunidades para generar este tipo de emprendimientos de rentas temporales para gente joven”, cierra López.
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