Ludopatía en adolescentes: testimonios en primera persona

Hablamos con “S” (quien pidió no ser identificado). Este adolescente de 18 años cuenta que empezó a jugar como un hobby cuando estaba en la escuela secundaria. Apostaba quinientos pesos para divertirse.

Las apuestas virtuales eran a través de una página web en la que se tuvo que registrar con un usuario y contraseña. Ser menor de edad nunca fue un problema para crear la cuenta, a pesar de que la ley no permite jugar a quienes tienen menos de 18 años. 

Unos meses después, cuando llegó el verano, “S” comenzó a trabajar los fines de semana como repartidor en moto. Y entonces las apuestas eran por una cantidad mayor de plata. Perdía y volvía a apostar. Quería ganar, así que el círculo tortuoso continuaba. Cuando dejó de trabajar, le pidió al intermediario que no le cargue más fichas, ni aunque se lo pidiera en forma expresa, porque ya estaba usando plata de sus padres.

“S” dice que se sabe controlar, porque no apuesta demasiado. Conoce gente que saca préstamos en el banco, porque aunque trabaje no le alcanza el sueldo para pagar el vicio. Él, en cambio, se empezó a controlar ni bien se dio cuenta de que “era como una adicción”.  Ahora dice que apuesta “poco y cada tanto”. 

La preocupación por el aumento de la ludopatía digital crece. Por eso, en los últimos meses, desde el Estado se tomaron algunas acciones para intentar prevenir y combatir esta adicción que se va de las manos.

En Salta, la Cámara de Diputados aprobó un proyecto de ley para luchar contra la ludopatía  en niños y adolescentes. En la provincia de Buenos Aires se presentó un plan integral para abordar la ludopatía adolescente, que incluye medidas como la implementación de políticas públicas en salud mental, la entrega de materiales informativos a las escuelas y la capacitación de docentes, el bloqueo de las direcciones IP de las plataformas de juego online en todas las escuelas (algo que se había implementado antes en la ciudad de Buenos Aires) y la regulación de las redes de juegos ilegales. También prometieron implementar el control biométrico para mejorar el control de acceso y trabajar en la regulación de la publicidad.

Todas estas medidas parecen pocas cuando se miran los números de este problema: una encuesta realizada en junio pasado por el ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires reveló que el 34% de los estudiantes secundarios consultados había realizado apuestas online al menos una vez. Es decir, uno de cada tres adolescentes ya apostó en forma online.

Julián Carpintero es profesor de Historia. Y dice que las apuestas virtuales se volvieron un problema en la escuela: los varones que están en esto se desconcentran, están pendientes de los resultados de un partido que, en muchos casos, ni siquiera se juega en nuestro país. No estudian, no aprenden y tampoco disfrutan el fútbol; solamente están pendientes de los resultados.

Muchas veces les piden plata a los profesores (algunos les dan y pierden, por supuesto). Por el comportamiento, algunos alumnos terminan siendo expulsados del colegio. Pero no son los únicos que pierden: sus compañeros tampoco pueden aprender en ese clima.

Y así como hay perdedores, también hay ganadores. Las empresas de apuestas en línea proliferan por todas partes. Las más grandes están presentes en las actividades deportivas y sociales más importantes, como sponsors principales. Un negocio en el que pocos ganan mucho; y muchos pierden todo.

El gobierno de la provincia de Buenos Aires dispuso espacios de atención, acompañamiento y orientación para personas afectadas por la ludopatía y sus familiares. Las vías de contacto son: