Un día como hoy nacía Sigmund Freud: ¿cuál es su verdadero aporte en la comprensión del deseo sexual femenino?
Un 6 de mayo de 1856 nacía el padre del psicoanálisis. Compartimos una mirada con perspectiva histórica sobre la pregunta freudiana por excelencia: ¿qué quieren las mujeres?
6 de mayo de 2024
Cuando Freud pregunta "¿Qué quiere una mujer?” se mueve del paradigma aceptado en el momento de que solo existía el deseo viril y piensa el deseo de la mujer - Créditos: Latinstock
Un día como hoy, pero en 1856 nacía Sigmund Freud, médico neurólogo austríaco de origen judío considerado el padre del psicoanálisis. Gran figura intelectual del siglo XX, nos invita a detenernos y poner el foco en las mujeres en su obra, lo que nos plantea interrogantes de gran alcance, tanto desde el punto de vista teórico como desde la práctica.
El doctor en psicología y docente Flavio Calvo reflexiona sobre Freud y el método que propuso, que tuvo como meta el tratamiento de enfermedades mentales, teoría que busca explicar el comportamiento de las personas y se basa en analizar los conflictos sexuales inconscientes que se originan en la niñez.
Lo interesante de Freud, al que traemos en el mes de la Concientización sobre la Salud Mental, es que puede o no gustar su teoría, pero nunca va a pasar desapercibida. También hay que decir que, en una obra tan vasta, no hay un solo Freud.
Lo que quieren las mujeres es la pregunta freudiana por excelencia, según expresa Calvo. Se trata de una pregunta que hoy pareciera machista y generalizadora, pero que -según su mirada- es una pregunta que les da un lugar especial a las mujeres. Para pensarlo de esta manera es necesario ponerse en contexto, en medio de una época victoriana en la que primaba el deseo del hombre y lo que podían querer las mujeres no era tomado en cuenta. Fue así que, “a lo largo de sus diferentes escritos, Freud habló de las mujeres que le llevaban su cuerpo como un síntoma, como si fuera un problema, mujeres cuyos cuerpos pasaron por un cúmulo de diagnósticos médicos y psiquiátricos de una época que las miraba con desconfianza”, contextualiza.
Freud recorrió un arduo camino en su trabajo por reflexionar sobre la mujer, pensándola en la vía de su sexualidad, pero en ese contexto victoriano, donde reinaba la hipocresía social. “Por entonces, la vida sexual que rodeaba a las mujeres era sombría y pecaminosa, ligada al comercio sexual o sólo vinculada a la maternidad. Muchas veces, ese contexto llevó a mirarlas desde ese mismo lugar de oscuridad, ya que creyó escuchar en ellas el anhelo de tener el marido siempre esperado y el hijo”, comenta el doctor en psicología. Y aclara que, cuando se lee la obra de Freud con cuidado, se puede observar que él sigue adelante con esta pregunta, ¿Qué quiere una mujer?, más allá de las creencias del momento. Sale de lo superficial para buscar esa respuesta en el inconsciente. En ese punto, cree que Freud escuchó más allá de lo que ofrecían sus pacientes en sus relatos.
En el siglo XIX, Freud daba por sentada la existencia del deseo y la posibilidad de una persona de estar afectada por ese deseo. Antes que varones y mujeres, él veía modos de ser sujeto, es decir, de un sufrimiento en conflicto con el deseo. Cuando Freud pregunta “¿Qué quiere una mujer?” se mueve del paradigma aceptado en el momento de que solo existe el deseo viril y piensa el deseo de la mujer. De hecho, comprende que lo viril del deseo es algo que se conoce por consecuencia femenina.
Hoy se vive en otro contexto histórico, en el que las mujeres hacen oír su voz. Ya no es un hombre quien tiene que buscar esa respuesta, sino que son las mujeres las que pueden expresarlas. A lo largo de los últimos tiempos hicieron oír su voz quienes estuvieron fuera del lenguaje porque tenían prohibida la palabra; hoy son quienes se fueron apropiando del lenguaje. No es casual que la mayoría de las que continuaron la obra de Freud fueran mujeres -revela Calvo-, mujeres que pudieron expresar muy bien su goce.
¿Qué quiere una mujer? Seguir expresándose, seguir usando la palabra desde un lugar de equidad, desde un lugar en el que más que hombres, mujeres u otras identidades posibles, haya personas deseantes y que tienen voz.
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