
Sexo anal: qué cuidados deberías tener
Revelamos algunos secretos de sus cuidados y sumamos algunos toys para explorar
27 de julio de 2022 • 17:32

Qué cosas tener en cuenta si querés tener sexo anal. - Créditos: Getty
Puede que, a la hora de hablar de sexo anal, ni hombres ni mujeres tengamos medias tintas: lo amamos o lo odiamos. Cuando lo amamos, nos parece evidente su poder sensual. Cuando no nos gusta, no podemos evitar preguntarnos si sabemos hacerlo bien o si nos estaremos perdiendo de algo. El placer anal es tan complejo que, antes de abandonar la idea de explorarlo, merece que hagamos segundas consideraciones.
¿Por qué nos atrae tanto?
Por el encanto de la transgresión. El sexo anal reúne muchos tabúes en una sola práctica. Por la incapacidad de esta zona de lubricarse y por estar diseñada para funcionar más “desde adentro hacia afuera” que del modo inverso, durante muchísimo tiempo se ha catalogado como un juego “contranatura”. En épocas mucho más pacatas, el hecho de que el sexo anal no conlleve ningún otro fin más que el placer hizo que se su práctica se considerara como un uso “incorrecto” de la genitalidad. Con el tiempo, el universo de la sexología fue descubriendo mejor su atractivo. Técnicamente, se trata de una zona erógena potente, sí, pero además, culturalmente, despierta morbos aún más poderosos. El primero, como casi todo lo relacionado con el sexo, tiene que ver con el poder.
Por la idea de la dominación y la fricción. Gracias a la carga prohibitiva que se ha posado sobre nuestros traseros durante tanto tiempo, el arte del erotismo les ha reservado un rol especial. El folclore que existe acerca de “entregarlos” y “obtenerlos” hace que muchos amantes los consideren como una suerte de trofeo, un premio o una conquista, para conseguir u ofrecer. Con estas ideas en mente, no es extraño que el sexo anal siga siendo una práctica íntima que nos puede llegar a provocar emociones contradictorias. Si a esto le sumamos un contexto cultural que suele referirse a derrotas con frases como “romper el culo”, la ecuación se vuelve más compleja. Pero lo cierto es que, lejos de las metáforas futboleras, las derrotas y el doblegamiento, el sexo anal también puede ser un juego compartido en el que nadie sufra ¡y todos ganemos en placer!
Por la posibilidad del placer real. Si hombres y mujeres pudiéramos olvidarnos por un segundo de todo lo que implica el sexo anal, el riesgo del dolor, las cuestiones de higiene y el enorme grado de exposición que representa explorarlo con otra persona, ¿qué tanto placer, objetivamente hablando, podríamos encontrar en esta zona del cuerpo? Técnicamente, la respuesta es: mucho. El ano, tanto de hombres como de mujeres, está repleto de terminaciones nerviosas que tienen el potencial de hacernos sentir mucho placer. En los hombres, la estimulación anal es la vía de acceso hacia el famoso punto P, una zona que permite intensificar el orgasmo. En las mujeres, el clítoris y el ano comparten un territorio de inervación a través de un nervio llamado pudendo, que hace posible para muchas alcanzar el orgasmo fácilmente. Pero si todos tenemos tanto potencial de placer, ¿por qué no siempre logramos encontrarlo?
Si lo vas a hacer..., hacelo bien
La técnica correcta es lo que necesitás para avanzar con tu exploración. Se enfoca en tres cuestiones: la limpieza, el placer y los cuidados.
1
La limpieza de la zona. La mayoría de nosotras sabemos a lo que nos exponemos cuando tenemos sexo anal. Tan en claro lo tenemos que el solo miedo a ensuciarnos cuando lo practicamos es lo que nos mantiene a muchas negadas a la mera posibilidad de probarlo. Para esto, hay consejos técnicos fundamentales. El primero es tener en cuenta que existen duchas anales especiales para preparar la zona antes de prácticas intensas. Se trata de dispositivos parecidos a enemas “light” que te permiten quedarte súper tranquila con tu limpieza interna para relajarte y disfrutar. Podés conseguirlos en sex shops y, a veces, en farmacias. El segundo consejo es un poco más difícil de entender y consiste en notificarte que, si tenés un compañero que no para de pedirte sexo anal, que insiste y que lo expresa como fantasía máxima, probablemente no esté especialmente preocupado por los “efectos colaterales” de la práctica. De hecho, en algunas cabezas, consciente o inconscientemente, el riesgo escatológico no hace más que potenciar la sensación de transgresión. ¿Morboso? ¡Claro! ¿Qué esperás? ¡Es sexo!
2
Los aliados del placer. Este punto se enfoca en el punto más crucial: la dilatación. Como seguramente sabrás, esta no es una zona de mucha elasticidad. A diferencia del sexo convencional, el sexo anal requiere una preparación orientada a ir estirando lentamente la zona. Para esto, tu primer aliado será siempre el lubricante y los masajes superficiales y circulares. Luego, si sos de las que prefieren la espontaneidad, te alcanzará con intercalar dedos, comenzando desde el meñique. Aunque este es un recurso que se encuentra, literalmente, al alcance de la mano, si visitás una tienda erótica vas a descubrir plugs y dildos con formas de avance progresivo que pueden servirte si el tuyo es un estilo “más técnico” y te copa incorporar elementos.
3
Los cuidados. La zona anal está repleta de bacterias que pueden causar infecciones para las dos personas que lo están practicando. La fricción, además, puede traer lesiones internas que aumenten los riesgos de contagiarse enfermedades. Por este motivo, siempre se recomienda usar preservativo, aun con tu pareja estable. Existen algunas otras cositas a las que tenés que estar atenta: evitá a toda costa una penetración vaginal después de una anal por las mismas razones. Recordá, además, que, si estás sintiendo pinchazos o un ardor fuerte, lo mejor es parar. Porque si hay un consejo que nunca falla, es este: la mejor guía es el placer.
Armá tu kit de aliados especiales
La posición ideal: aunque todos pensemos que el perrito clásico es la que va para el sexo anal, tan así no es. ¿Cuál es la mejor alternativa? Vos arriba, con full control de qué tanto bajas o subís.
El estado mental es clave: tenés que estar muy caliente; esta no es una experiencia para hacer en frío y desde cero. Metele mucho juego.
La preparación e higiene de la zona: si hay algo que el mundo gay tiene para enseñarnos, es el poder de las lavativas previas. Para llevarlas adelante, podés usar pequeños artefactos en forma de pera que te permiten hacerte enemas light con el agua de la ducha o en el bidet.
El lubricante: tiene que ser a base de agua para que no rompa el preservativo. Hay muchas marcas en el mercado para esta práctica. Tené en mente que existen algunos superhidratantes, como los que están hechos a base de jojoba, e incluso algunos con anestesia y antiinflamatorios, aunque, técnicamente, esto no debería ser necesario
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