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La noche con Pedro, con un altar mexicano de fondo




Pedro, de vuelta Pedro. El jueves me mandó mensaje para avisarme que se le complicaba salir porque tenía que trabajar esa noche. Fue medio un bajón porque tenía un montón de ganas de hacer un plan distinto pero bueno, después del rebote que le di en mi casa me sentí en la obligación de al menos pasar a visitarlo y le dije que si tenía ganas iba un rato y nos veíamos.
Esa noche me junté con dos amigas a cenar y, como ustedes, me quemaron la cabeza con el tema de la cantidad de tipos y los prejuicios y el dejarse llevar. Me dejé llevar y fui a verlo… Él estaba a full atendiendo la barra. Así que me senté en una mesa a charlar con Carla que me había acompañado porque no quería caer sola.Nos quedamos hasta las 3.30 y cuando nos estábamos yendo, Pedro me frenó y me dijo que estaba por cerrar, que lo esperara. No sabía qué hacer, y al final me quedé. Se fue todo el mundo y él se puso a ordenar el bar. Me senté en un sillón, que estaba al lado de una suerte de altar mexicano, y esperé. Apagó las luces y vino al lado mío.
Empezamos a charlar y de a poco a darnos besos y después me fue desvistiendo. Esta vez no me resistí.Atrás, en la pared, había muchas calaveras y flores, el sillón se movía y yo dejaba los prejuicios de lado, sin pensar. Por primera vez en mucho tiempo, dejé de pensar. Cuando quisimos ver, eran como las 7 de la mañana, se estaba haciendo de día y adentro hacía calor. Finalmente, ¡habíamos tenido sexo!Pedro movió el sillón al patio y salimos los dos semi desnudos un rato. Necesitábamos aire. Yo no quería analizar lo sucedido. Volvimos adentro, hacía frío y nos abrazamos. Era loco, era como que él sin querer sacaba mi parte tierna. Me vestí y me acompañó caminando a mi casa. En el camino compramos facturas. Desayunamos y nos despedimos.
Se fue de viaje ese día a la noche y vuelve mañana. Debo admitir que cuando lo vi partir me vino de vuelta esa sensación de culpa, pero después me acordé de lo bizarro que había sido hacerlo ahí en medio de su bar con una escenografía gigante como fondo, y esa sensación se convirtió en una anécdota divertida.Ahora veremos si las intenciones de Pedro quedan ahí o si vuelve a aparecer. Si no lo hace, el vacío se apoderará de mí otra vez. Pero tengo esperanzas.

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