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La propuesta de Pedro




Nos vimos el viernes pasado y desde ese día dormimos todas las noches juntos. No entiendo bien qué va a pasar con él, creo que este blog va a tener un final abierto.
El día que llegó, Pedro me mandó un mensaje y me dijo que estaba cerca de mi casa, que tenía ganas de verme, si podía pasar un rato. Le dije que sí. Me dio un poco de gracia porque cuando le abrí la puerta me puse colorada, como una adolescente primeriza. Es que en esto de las relaciones sentimentales soy una total y absoluta torpe. Me trajo un regalito, unos alfajores de San Luis, donde fue a visitar a un par de parientes.
Charlamos un rato y automáticamente terminamos en la cama. No sé si es que me estoy inventando una historia o qué, pero con Pedro las cosas fluyen de manera automática, es tierno y muy cariñoso. Toda la parte verbal de "che pibe" se le va cuando estamos juntos. Ese día se quedó a dormir y al otro suspendió su trabajo para quedarse conmigo, fue como si nos hubiese tragado la tierra.
Cocinamos, vimos una película, nunca pero nunca salimos de mi casa. Era nuestro búnker que nos retenía y nos obligaba segundo a segundo a revolcarnos en la cama y a dormir pegoteados. Siempre critiqué el pegoteo, pero ahora no lo puedo evitar. Lentamente me estoy empezando a masticar todas las palabras que le dediqué a la gente enamoradiza. Es como si mi diccionario de cursilerías prohibidas se hubiese convertido en mi manual de estilo. Lo miro y me quedo horas mirándolo, me hace mimos, me abraza.
El sábado cuando vi que todavía estábamos juntos me asusté pero no dije nada. Al otro día abrí los ojos y no estaba, no entendía qué había pasado pero al ratito escuché la puerta de mi casa abrirse, lo llamé y tenía una docena de facturas en la mano. Había ido a comprar algo para desayunar. Me mató su actitud...
Apagamos los celulares y domingueamos como locos: cocinamos de vuelta, miramos series, leímos y cuando llegó la noche, Pedro amenazó con irse. Le pedí que se quede, ya sé: soy una cebada pero quería exprimirlo un poco más. El lunes cada uno arrancó a su trabajo y a la noche me llamó y me dijo que me quería invitar a cenar. A todo esto, mis viejos y mis amigas estaban de lo más indignados, necesitaban entender quién era el sujeto que me raptó el fin de semana.
La cita. Anoche, a las 22, me pasó a buscar. Me puse lo más digna que pude. Subimos a su auto y terminamos en un restaurante de Fondue. Comimos, tomamos vino y nos perdimos cuando tratamos de encontrar su auto. En eso estábamos cuando frenó en la mitad de la calle y me dijo que tenía una propuesta loca para hacerme. Cometí el error de contarle el fin de semana la existencia de este blog y de decirle que nunca había estado de novia. A veces tengo ataques de sincericidio. Me dijo que no me creía, que no podía ser, que con 29 años nunca pero nunca hubiese estado de novia. Es raro pero con él no me da vergüenza ser yo...
Me dijo que sabía lo que implicaban para mí las palabras, por eso no iba a pecar con ellas, pero que tenía ganas de seguir conociéndome. Y que si me parecía muy rápido lo iba a entender, pero que le gustaría ser mi primer novio. Sí, eso verbalizó. Me quedé estática, no podía creer que me estuviera diciendo eso a mí. Era imposible, tenía que ser mentira. Me hice la viva para que no se diera cuenta y tiré un chiste. Nos reímos y le terminé diciendo que era un boludo.
Pero bueno, la propuesta está... tengo que ver cómo sigue la cosa.

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