Síndrome de Penélope: ¿qué es y a quiénes afecta?
¿Quién no tiene alguna amiga que vive esperando a ese gran amor? Conocé de qué se trata este síndrome y llevate algunas herramientas para tratarlo.
11 de marzo de 2024
Síndrome de Penélope: en qué consiste y cómo salir de él. - Créditos: Getty
“Penélope se sienta en un banco del andén y espera que llegue el primer tren meneando el abanico”, ¿cuántas veces cantamos esta canción? Compañera de ruta, de domingos, de tardes de música y mate…
Penélope era, para muchas de nosotras, un símbolo de amor fiel, de espera y lealtad. Sin embargo, su historia puede ser una metáfora de un complejo que se aleja mucho del amor.
Penélope: su historia
Primero, un repaso por la historia de Penélope.
Según la mitología griega, Penélope era la esposa de Ulises, rey de Ítaca, que se ausentó de su casa para ir a la guerra de Troya y tardó varios años más en volver. Al notar su ausencia, los caballeros de Ítaca se acercaban al palacio para que la reina eligiera otro marido, pero ella quería seguir esperando. Así fue como, para dilatar el tiempo, Penélope prometió elegir un pretendiente cuando terminara de tejer. Lo que nadie sabía era que durante el día tejía y de noche se dedicaba a destejer a escondidas, ilusionada con el regreso de Ulises.
En psicología, el síndrome de Penélope se usa para describir situaciones similares a la que atravesó la protagonista de La Odisea, una mujer que pasó largos años tejiendo sueños y enredada en una espera eterna.
¿Quiénes son las Penélopes?
Las Penélopes son personas ciegas y obsesionadas con la idea de que alguien que no está disponible emocionalmente en este momento lo va a estar en el futuro. Es un caso claro de dependencia emocional, porque la perseverancia y la insistencia no la dejan buscar otro pez en el mar. Pierden años de su vida y oportunidades de construir historias hermosas.
Esta obsesión se convierte en una pérdida de tiempo y una desvalorización personal, porque, además, se empiezan a quedar solas.
Las amistades, la familia y la red de confianza se cansan de dar consejos que nunca son escuchados. Dejan de hablarle del tema porque no ven un cambio, todo se transforma en una gran rigidez, producto de la fijación.
Hay Penélopes solteras, casadas o en un noviazgo, esperando a ese amor de la adolescencia o al que no se concretó por algún motivo, pero no pueden sacar de su cabeza. Incluso, muchas mantienen estas historias o deseos en secreto, porque les da vergüenza mostrarse así. Penélope es una espera que no desespera (o, en realidad, desespera a todos menos a ella).
La codependencia emocional
Penélope sería un ejemplo de codependencia, un subtipo de dependencia emocional. Los vínculos codependientes se relacionan a través de la necesidad y eligen parejas que tengan alguna carencia (emocional, psicológica, económica, etc.). Básicamente, buscan a alguien que las necesite.
Quienes tienen este síndrome, por lo general son personas que desarrollaron mucho potencial en un montón de áreas, porque lo emocional no está directamente relacionado a la capacidad. Vos podés ser una persona con todas las capacidades, incluso con un coeficiente intelectual alto, pero tener tu talón de Aquiles en tu pata emocional.
Vamos con un ejemplo: si de chica no tuviste muy buena conexión con tu papá o tuviste una mamá muy trabajadora que no te daba mucha importancia, es muy probable que sientas cierta soledad y te creas poco merecedora de amor. Pensás que hay muchas prioridades antes que vos, que no sos suficientemente buena para ser querida, entonces desarrollás una sobreadaptación en un montón de otras áreas: puede ser en la deportiva, la intelectual… Pero lo emocional va a estar ahí y siempre vas a sentir que nunca alcanza, porque hay una partecita tuya interna herida.
¿Es una adicción?
La respuesta rápida es que sí, que existe una adicción, adicción a no poder soltar. Penélope no puede salir de ese lugar, se queda pegada, y mientras romantice la situación no la va a ver como un problema. No tiene el control y no puede salir. La imagen más representativa es ella esperando en el banquito, sentada, como canta Joan Manuel Serrat.
Además, la dependencia genera un círculo vicioso: todo es queja y nada es acción. El lamento gana protagonismo y se vuelve imposible actuar para cambiar esas situaciones que molestan.
Despedite del muelle de San Blas
La canción de Maná es hermosa, pero no podés vivir en el muelle, esperando. Experimentar el síndrome de Penélope no tiene por qué ser eterno, esa herida y la copendencia se puede sanar con un vínculo terapéutico, entendiendo que hay ciertas cosas para cambiar y otras para desarrollar o madurar.
Lo primero que debemos instalar en nuestra mente es que la prioridad somos nosotras, que la queja no sirve sin acción y que debemos modificar esas conductas que nos ahogan. Porque una vez que lográs adquirir nuevos hábitos los vas a querer adoptar para siempre.
Sumale un poco de acción a tus días y proponete soltar esa espera para disfrutar la vida.
Por último, un recordatorio para tener a mano: ninguna persona es digna de que se la espere eternamente.
Experta consultada: Lic. Paola Bertiz Broll. Especialista en vínculos, dependencia emocional y autoestima. @pao_mipsicologa
Si querés pronfundizar el tema, te recomendamos el libro Que sea mutuo y que sea amor, de Paola Bertiz Broll.