Tiene cáncer terminal y escribió un libro para acompañar a otras personas
Julia Alexandra García escribió, durante la última etapa de un cáncer que atraviesa, el libro "4000 días para transformarte: cómo fluir en los procesos". Además de contar su propia experiencia, comparte distintos mensajes que recibe desde niña.
20 de septiembre de 2024
Julia terminó su libro en la última etapa de un cáncer terminal: busca ayudar a otras personas. - Créditos: Gentileza Julia Alexandra García
Desde muy joven, Julia conoce de cerca a la muerte. A los 15 años fue el primer episodio que la puso cara a cara con la posibilidad de dejar este plano: tras un accidente, su cuerpo se quemó en un 75 por ciento.
Más tarde le descubrieron cáncer: el primero fue un cáncer de mama en 2013; el segundo, más agresivo y en el mismo pecho, en 2021. Su salud volvió a complicarse este año y, en marzo, cuando la enfermedad tomó sus pulmones y la medicina tradicional dijo que solo restaba esperar con cuidados paliativos comenzó a escribir su propia historia.
Julia Alexandra García es colombiana, aunque llegó al país a los cuatro años y nunca más se fue. Tiene dos hijos adolescentes y vive en Las Heras, en la provincia de Mendoza, junto a su única hermana.
Julia decidió dejar de intervenir su cuerpo con quimioterapia; piensa permanecer en este plano hasta que su corazón y Dios quieran. - Créditos: Gentileza Julia Alexandra García
Desde una mesa al sol ubicada en el jardín de su casa, Julia cuenta a OHLALÁ! cómo surge la idea (y necesidad) de escribir 4000 días para transformarte. Cómo fluir en los procesos, libro que ya terminó y está pronto a presentarse. “La escritura me ayuda a integrar distintas áreas de mi vida. Y ahora que mi cuerpo me obligó a quedarme quieta siento que a través de mi propia historia puedo ayudar a otras personas en situaciones similares”.
Usa respirador, se cansa con facilidad, hay días en los que puede conversar de corrido, otros en los que prefiere dormir. Sin embargo, se nota que disfruta cada momento al sol, junto a sus seres queridos, cada respiración profunda que logra realizar. La pulsión de vida sigue enraizada y, como ella dice, seguirá en este plano hasta que Dios y su cuerpo decida dormir para siempre.
Cómo surge el deseo de escribir un libro
Julia canaliza mensaje de los ángeles desde muy pequeña. - Créditos: Gentileza Julia Alexandra García
La necesidad de contar su historia y ver plasmada en papel la manera en que fue atravesando las distintas etapas del cáncer comenzó como una necesidad que formó parte de un proceso terapéutico y personal, y que pensaba compartir solo con su gente más querida. Pero, al comenzar a escribir reconoció que los pasos que ella fue dando, las decisiones que fue tomando y los mensajes que recibió a lo largo de toda su vida también podían ser útiles para alguien más que esté atravesando un momento difícil (tenga o no cáncer).
“Siempre tuve la idea de compartir los mensajes que recibo desde niña para mi círculo íntimo, pero nunca encontraba el tiempo para hacerlo. Cuando empecé en marzo de este año a escribir, que fue cuando el cuerpo me obligó a parar, a quedarme en cama, fue más bien desde una búsqueda terapéutica, pero cuando veo que lo que cuento puedo dejárselos a otras personas que transitan por la misma enfermedad que yo y que puede ayudarlas a no sentirse tan solas, me di cuenta de que esto era lo que quería hacer ahora que, paradójicamente, me dicen que ya no hay más nada que hacer”, relata Julia, pausada. El sonido de un llamaángeles se escucha de fondo, viaja desde su patio.
Los 4000 días que Julia ganó de vida
Julia nos dice que esos 4000 días que son los que dan título a su libro es la suma de días que siente que le ganó a la muerte: 11 años, desde que le diagnosticaron el primer cáncer en 2013.
Al recordar ese primer diagnóstico dice que a ese cáncer “lo vivió como si nada”. “Tenía 37 años y pensaba que ese cáncer no iba a poder conmigo, que lo iba a superar. En ese momento, mis hijos eran chicos y yo solo me convencía de que me iba a recuperar". Se hizo quimioterapia, más tarde rayos, y mientras tanto, seguía con las actividades cotidianas haciendo el máximo esfuerzo por dejar de lado la enfermedad.
Ella se recuerda como “la mamá súper poderosa”, o al menos eso decidió creer como bandera de guerrera que confía en que la batalla se gana, a cualquier costo.
Mientras llevaba a sus hijos al jardín y participaba de todas las reuniones de colegio, en paralelo comenzó a entrenar para correr maratones. “El doctor me había dicho que todo lo que hiciera para reforzar el cuerpo estaba bueno, como el running, ya que le aporta vitalidad para reponerse de la quimio. Así que toda la serie de quimio de ese año lo transité pensando que eso no iba a poder conmigo. Y si bien cada quimio era una bomba, me dejaba muy débil, lo viví como ‘un todo pasa’. Cuando el pelo volvió a crecer y llegó la etapa de rayos sentí que le había ganado a todo esto”.
Así estuvo 7 años, creyendo que había ganado hasta que, en octubre de 2021, en uno de los controles, el cáncer volvió a aparecer en el mismo pecho. En ese momento sacaron los ganglios, pero el diagnóstico era peor que el primero. “De nuevo la única posibilidad que tenía era hacer quimioterapia, rayos, operarme, pero en esta nueva etapa el cuerpo ya estaba más cansado”, recuerda.
Atravesó dos cáncer de mama a lo largo de 11 años. - Créditos: Gentileza Julia Alexandra García
“En esos años, entre 2013 y 2021, ahora reconozco que muchas veces no me permitía escuchar que mi cuerpo no podía; quizás le exigí mucho ya que empecé corriendo 5 kilómetros y quise más: llegué a correr 27 kilómetros y hasta llegué a correr en la montaña”.
Esta segunda etapa también estaba convencida de que lo iba a vencer. Además de fortalecer sus músculos, recuerda que se centró en mejorar su cuerpo físico incorporando alimentación consciente, détox, comenzó a meditar y a realizar muchas actividades naturales que le hacían bien al cuerpo. Buscó conectarse con el cuerpo mental y espiritual y se propuso ser más respetuosa de los procesos de sanación y de las necesidades reales de su actualidad. Sin embargo, cada vez que cancelaba actividades o decidía quedarse en cama sentía culpa.
“En diciembre del año pasado sentí un ahogo muy fuerte ya que sufrí derrame de pleura. Desde entonces me indicaron cuidados paliativos”, cuenta.
Actualmente se atiende con el equipo de cuidados paliativos en el Hospital Central de Mendoza, donde asegura que son muy respetuosos con su decisión de no intervenir el cuerpo y, en paralelo, concurre a la clínica Alma Sana, que está en Santa Fe, donde se realiza tratamientos menos invasivos con medicina alternativa.
“La única manera que encuentro hoy para transitar este último periodo es estar integrada con todo lo que soy, cuidando y respetando mi cuerpo físico, mental y espiritual”, dice.
Canalizaciones: los mensajes que recibe desde niña
Desde los 2 años Julia habla con los ángeles, al igual que su abuela y su tía. - Créditos: Gentileza Julia Alexandra García
"Desde los 2 años veo ángeles. Mi tía era médium, mi abuela también y ambas me decían que era un don de familia. Pero era algo a mantener en secreto porque era una familia muy católica, y no estaba bien visto hablar de estas capacidades. En realidad, todos podemos canalizar, es como una antena que tenemos abierta, pero los miedos y los patrones culturales muchas veces hacen que esto se vaya cerrando”.
A los 7 años, cuando aprendió a escribir, comenzó a trascribir los mensajes canalizados como si fueran “un dictado”.
Le consultamos si recordaba algún mensaje de su infancia que haya resonado de manera particular. Luego de una respiración profunda, nos cuenta esto: “Los maestros dijeron que el oro era el metal más preciado en esta tierra y que solo se acrisola al fuego para poder brillar como tiene que brillar. Todo lo que iba a pasar en mi vida, luego entendí, iba a ser para que brillara como ese oro y para que me volviera oro. Ese fue un mensaje que resonó por mucho tiempo en mí y que lo repitieron en varias ocasiones. Ahí supe desde pequeña que grandes cosas pasarían, no me imaginé que tantísimas”.
Los mensajes canalizados, en general, estaban relacionados con la necesidad de volver a conectar con su cuerpo y su corazón. No hablaban específicamente de la enfermedad, sino a la importancia de estar presente y de tomarse el tiempo necesario para respirar.
Uno que recuerda fuerte: “Cuida el cuerpo físico y registra el dolor en tu vida”. En su momento, analiza, no lo había logrado comprender de manera literal. Ahora que lo ve en perspectiva se da cuenta de que el pedido de cuidar el corazón como órgano fundamental que nos mantiene con vida era literal.
“Cuidar el corazón pasó de ser algo metafórico a algo orgánico: ahora observo cuánto late, cuánto aire tiene, si me tengo que quedarme quieta o puedo continuar. A diferencia de lo que creía hace un tiempo, que pensaba que quedarme quieta era morir, ahora sé que morir es no escuchar al corazón. Cuando el corazón nos dice que tenemos que parar, porque solo parando se repara, porque no hay otra manera para que el cuerpo físico se sane y nos cuesta un montón entender esto porque nos sentimos un poco mal y nos tomamos algo y seguimos”.
Julia toma un trago de un jugo fresco, hace una pausa, y a su ritmo continúa. “Aún recibiendo todos estos mensajes, recién ahora lo entiendo y siempre han tenido que ver con ir hacia la raíz profunda. El mensaje es este: ‘No hay un momento ni una enfermedad que te limite y te haga cortar el aprendizaje’. Así, después del diagnóstico limitante donde me dijeron que no había nada más que hacer y que solo restaba esperar que la enfermedad avance y termine como tenga que terminar, decidí escribir un libro que puede ayudar a otras personas”.
La última etapa y la relación con la muerte
“En esta última etapa con el cáncer reconocí que mi cuerpo no se banca una quimio más y que no quiero agredirlo más. Si seguía las indicaciones de la medicina convencional quizás podía extender un tiempo más, pero con menos calidad de vida. Ahora preferí optar por menos cantidad, pero más calidad de vida. Por eso tome la decisión de atenderme con medicina más natural, en una clínica oncológica con médicos especializados que también utilizan técnicas orientales y ayurvédicas, con un concepto diferente de lo que es el cáncer.
Le consultamos sobre la concepción que tiene acerca de la muerte y ella sin dudar, nos dice que desde que es muy pequeña, en el seno familiar, se cree que la muerte era un paso para “volver a casa”, que es “de donde habíamos venido”, y que desde ese lugar la vivió siempre a pesar de la tristeza que genera despedir seres queridos. “Por eso nunca le tuve miedo a la muerte, aunque sí me preocupa el cómo será, pero no está en mis manos, aunque sí puedo decidir cómo transitar la vida en esta última etapa”.
El libro estará disponible a partir de noviembre. - Créditos: Gentileza Julia Alexandra García
¿Cómo quiero transitar la vida?, se preguntó en el momento en que comenzó a escribir su libro en marzo de este año. Entonces, lo reafirmó: "Ahora será sin más maniobras invasivas, ni traqueo, ni alimentación parental, solo buscando aliviar la sensación de ahogo y la falta de aire. Espero poder irme durmiendo hasta que el corazón me lo marque: voy a ir respetando el tiempo del cuerpo y el tiempo de Dios”.
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