Cómo afecta a la pareja la llegada del primer hijo, según la Psicología

Esta nueva etapa puede conllevar una crisis del desarrollo, dado que se producirán cambios tanto a nivel individual como a nivel de la pareja. Cuando hablamos de crisis no significa necesariamente separación; sí de cambio y reorganización, lo que dará lugar el inicio de la familia.

En lo que respecta a la mujer, transitará cambios hormonales, psicológicos y la construcción de una nueva identidad, el rol de la maternidad, que tendrá que ver con su historia personal, dejar de ser solo hija para convertirse en madre, la vivencia singular de la gestación, la experiencia de parto, entre las variables que tendrá que atravesar para devenir en madre. Por otro lado, el hombre comenzará de modo tangible con el bebé en brazos a comprender que se ha convertido en padre.

Estas ecuaciones estarán sujetas a cada historia individual en particular; sumado al apoyo que reciban de sus respectivas familias de origen y redes informales, tales como amigos y entorno cercano. 

Con la llegada del primer hijo se producen modificaciones en los roles, tareas y responsabilidades y, en ocasiones, se generan tensiones, conflictos entre los miembros de la pareja. Por ejemplo, en relación a los modos de crianza, decisiones en torno al recién nacido y las decisiones a futuro.

Se observa malestar cuando se ponen en tensión las creencias de cada familia de origen en relación al modo “correcto” de cuidar y criar. En ocasiones suele suceder un cambio en los vínculos en torno a la familia de origen, estableciéndose nuevas formas de relación y normas que permitan a esa familia de “estreno” funcionar de modo adaptativo y por qué no de modo creativo. 

En la actualidad, estos dobles roles de ser mujer-mamá y mujer-trabajadora requiere de adecuaciones y en algunos casos puede llevar a crisis en la pareja, dado que la mujer puede sentirse sobreexigida, incomprendida o en algunos casos cargar con un sentimiento de desvalorización en relación a sus nuevas funciones. Por lo tanto, compatibilizar ambos roles será un verdadero desafío, que, a veces requiere de ayuda profesional y de espacios de reflexión e introspección.

En relación al hombre (en caso de tratarse de una pareja heterosexual), puede sentirse excluido de esa díada madre-bebé, sentirse desplazado y en ciertos casos sentir celos del vínculo que se establece entre mamá y bebé.

Entre los cambios que mencionamos también se produce un cambio en torno al tiempo libre individual y el tiempo de conexión e intimidad entre la pareja. Para evitar distanciamientos y grietas que conlleven a una profundización de la crisis esperable, es necesario desde la gestación conversar sobre el después del embarazo, para contar con modos saludables de afrontar las situaciones. Será clave contar con esta información sobre la crisis del desarrollo que implica un tiempo de adaptación, aceptación y construcción de nuevos roles y contratos.

Con respecto a la intimidad en la pareja será un aspecto fundamental reorganizar y negociar para encontrar espacios de intimidad sexo-afectivos. En los primeros tiempos de la llegada del bebé, en general las salidas recreativas serán menos frecuentes y con el hijo, lo que deja, muchas veces de lado, tiempo para el encuentro, diálogo e intimidad entre la pareja.

Es tarea de cada pareja generar un espacio de encuentro y de tranquilidad para favorecer la sexualidad e intimidad placentera para que, de este modo, la pareja pueda salir fortalecida. Uno de los desafíos más frecuentes para la mujer será hacer coexistir el ser madre y el ser mujer.

Aún hoy se le infiere a la mujer mayor responsabilidad en los cuidados hacia los hijos, aunque se observa con mayor frecuencia padres presentes con mayor participación en las tareas domésticas, cuidados y lo afectivo, con un deseo de repartir las responsabilidades parentales. Estamos atravesando un nuevo paradigma que cuestiona los modelos tradicionales y antiguos; además tanto el hombre como la mujer, sea por necesidades económicas o por desarrollo personal, trabajan fuera del hogar y esta situación requiere de nuevos pactos para intentar equiparar las responsabilidades.

El impacto de la desigualdad continúa dejando huellas en las mujeres devenidas madres, que sienten situaciones de sobreexigencias, cansancio y sentimiento de “resignar” más de lo individual que el partener.

Visibilizar e identificar las diferentes crisis que irán atravesando las parejas que decidan tener hijos es un modo de entender los cambios y adquirir novedosos modos de afrontarlas.

Por Cecilia Taburet, Lic. en Psicología (UBA). IG @lic.ceciliataburet