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4 claves para sostener un hábito: ¿de qué se trata el método Clear para transformar tu vida?

¿Por qué es tan fácil caer en los malos hábitos y tan complicado seguir los buenos? James Clear, autor de Hábitos atómicos, nos enseña cómo podemos transformar pequeños hábitos cotidianos para cambiar nuestra vida.


hábitos saludables

¿Cómo podemos adoptar un hábito saludable? 4 claves que te pueden orientar - Créditos: Getty



¿Este año querías arrancar a hacer yoga? ¿O buscás reemplazar el café de la mañana por un desayuno más energético? Quizás el nuevo hábito sea simplemente hacerte de diez minutos para una rutina facial o dejar las series y leer antes de dormir. Sea cual sea tu objetivo, marzo es un mes ideal para arrancar. Pero solo con empezar no logramos nada. 

Sabemos que unos buenos hábitos nos permiten mejorar significativamente nuestra vida, pero con frecuencia nos desviamos del camino: dejamos de hacer ejercicio, comemos mal, dormimos poco, despilfarramos. ¿Por qué es tan fácil caer en los malos hábitos y tan complicado seguir los buenos? James Clear, autor de Hábitos atómicos (Planeta), nos enseña cómo podemos transformar pequeños hábitos cotidianos para cambiar nuestra vida y mejorarla.

El poder de los hábitos

“La calidad de nuestra vida depende de la calidad de nuestros hábitos”, afirma Clear. Y es que cada pequeña acción y decisión que tomamos suma a cómo desarrollamos nuestra vida. 

Partiendo de la base de la psicología conductista, pero teniendo en cuenta sentimientos, anhelos y emociones, el autor desarrolló un método, nacido de una inspiradora historia de superación personal, para que, poco a poco y sin darte cuenta, cambies lo que no te gusta de forma estructural y sumes los hábitos que te llevarán a esa persona que querés ser. Porque esa es la primera pregunta que hay que hacerse: ¿quién querés ser? Y después: con lo que hacés hoy, ¿te estás convirtiendo en la persona que querés ser? 

Olvidate de las metas

Este es uno de los principios fundamentales de los hábitos atómicos. Centrarnos solamente en los resultados (“bajar de peso”, “correr un maratón”, “ser más ordenada”) saca el foco de los procesos, que son fundamentales para llegar ahí.

El autor da un ejemplo muy claro: si nos proponemos limpiar y ordenar la habitación, un día lo logramos, estamos felices con el resultado. Pero si seguimos los mismos hábitos de desorden y descuido que nos llevaron a tener una habitación desordenada en un primer paso, pronto volveremos a tener una pila de cosas fuera de lugar y a la espera de un arranque de motivación para volver a ordenar. 

Entonces, la meta no es leer un libro, es convertirse en lectora. La meta no es correr un maratón, es convertirte en corredora. Pero ¡ojo!, enfocarnos exclusivamente en la meta trae algunos problemas. Una mentalidad que privilegia las metas siempre pospone la felicidad hasta que se logre alcanzar el siguiente hito. Y esto tiene un oscuro lado B: las alcanzás y sos exitosa o fallás y sos una fracasada. E incluso si llegás a la meta, muchas veces, luego abandonás el hábito. ¿A quién no le pasó seguir una dieta, alcanzar el peso ideal y después volver a foja cero como si nada? Tu compromiso con el proceso es lo que determina tu progreso. El enfoque, siempre en convertirse en el tipo de persona que puede alcanzar una meta y no en la meta en sí.

Confiá en vos

Hay 3 capas del cambio de conducta: resultados, procesos e identidad. Para construir hábitos duraderos, tenemos que empezar por enfocarnos en quién queremos ser. Podés pensar “quiero ser escritora”, pero esa es la meta; entonces, hay que reformular la pregunta: ¿qué tipo de persona puede escribir un libro? Alguien que es constante y confiable. Atenti acá, porque muchas veces, por más buena voluntad que pongamos, tenemos un sistema de creencias que nos limita y puede jugarnos en contra cuando las tenemos tan arraigadas que ni siquiera las cuestionamos: “Siempre llego tarde”, “soy pésima para las matemáticas” y así… 

La manera más práctica de cambiar quién sos es cambiar lo que hacés. Cuando escribís todos los días, encarnás la identidad de una persona creativa. Cuando entrenás todos los días, la de una persona atlética. Pero ¡ojo!, no cambiamos de la noche a la mañana, sino día a día, hábito a hábito. Cada vez que escribís una página, sos una escritora; cada vez que entrenás, sos una atleta; cada vez que motivás a tus empleados, sos una líder. 

Cuanto más orgullosa estés de vos, más motivada vas a estar para mantener y cultivar los hábitos. Cada hábito te ayuda a obtener resultados, sino a confiar en vos. “Comenzás a confiar en que realmente podés alcanzar eso que querés. Cuando los puntos a favor o votos se acumulan y la evidencia comienza a cambiar, la historia que te contás empieza a cambiar”, señala Clear. 

Las pequeñas batallas

Generalmente, pensamos que, si queremos lograr algo diferente, hay que hacer cambios drásticos y transformaciones inmediatas. Pero el autor propone una perspectiva diferente. Una de las principales ideas de su método es poner el foco en las pequeñas mejoras cotidianas, que, aunque a veces sean apenas perceptibles, a la larga van a ser mucho más significativas. “Los hábitos son el interés compuesto de la superación personal”, define.

¿Qué quiere decir esto? Que los efectos de tus hábitos se multiplican en la medida en que los repetís día a día. El impacto luego de meses y años puede resultar enorme. 

 

Por ejemplo, si queremos estar más saludables, no alcanza con elegir una ensalada de frutas en lugar de una torta una vez cada tanto. El cambio real proviene del resultado de cientos de pequeñas decisiones: hacer dos flexiones al día, levantarse cinco minutos antes o hacer una corta llamada telefónica. Así, las pequeñas batallas que ganamos cada día son las que definen nuestro futuro. 

De ahí el nombre de “hábitos atómicos”: así como los átomos son los ladrillos de las moléculas, los hábitos son los ladrillos de los resultados extraordinarios. Hábitos que son chiquitos como una partícula, pero poderosos como un tsunami. Enfocarse en los pequeños cambios, en el 1% de mejora, es la clave. 

¿Por qué es tan difícil deshacerse de los malos hábitos?

Los hábitos poco saludables como comer comida chatarra, ver demasiada televisión, procrastinar y fumar muchas veces nos parecen imposibles de romper. Y aunque probamos mil “parches”, nunca logramos el objetivo y nos desmotivamos. Clear explica que el error está en que solemos tratar de cambiar algo que no es lo que debemos cambiar, y tratamos de cambiar de manera equivocada. 

Hacemos pequeños cambios, pero los resultados nunca se dan de manera inmediata; eso nos descorazona y nos lleva de vuelta a viejas rutinas. En tiempos en los que la paciencia está en vías de extinción y queremos que todo suceda ya, el lento ritmo de la transformación hace que sea muy fácil el retorno de los malos hábitos. Hay que aguantar, persistir aunque el cambio no se note todavía. Para que los hábitos realmente generen un cambio, deben subsistir lo suficiente para rebasar una meseta donde no se producen cambios perceptibles.

“Los hábitos, con frecuencia, no parecen provocar ningún cambio hasta que se alcanza un punto crítico, un umbral que desencadena un nivel superior de desempeño”, explica y aclara Clear: “Es el sello de cualquier proceso acumulativo en el que los resultados más poderosos toman su tiempo y se retrasan. Esta es una de las razones por las que es tan difícil que los hábitos perduren”. 

Cuando una se queja de no estar alcanzando resultados exitosos a pesar de estar esforzándose, es como si se quejara de que el hielo no se derrite cuando pasa de -4 a -3 grados. El común de la gente solo percibe los eventos más llamativos y drásticos pero no se detiene a ver todo el trabajo y el esfuerzo detrás de los pequeños cambios. 
Por eso, la atención está en el proceso (los sistemas) y en saber que todo el trabajo persistente durante mucho tiempo es lo que realmente hace posible un cambio verdadero y perdurable. 

4 claves para sostener un hábito 

El autor propone cuatro pasos para desarrollar los hábitos: señal (darse cuenta de cuál será la recompensa), anhelo (desear obtener la recompensa), respuesta (obtenerla finalmente) y recompensa. De ellos se desprenden 4 leyes del cambio de conducta:

  1. Hacerlo obvio. La mejor forma de construir un nuevo hábito es desde cero. La clave está en la motivación, pero también en el ambiente que nos procuramos. Diseñar un ambiente que facilite los buenos hábitos y dificulte los malos es fundamental. Por ejemplo, escondiendo snacks ultraprocesados para dar protagonismo a una alimentación saludable.
     
  2. Hacerlo atractivo. Para lograr un nuevo hábito, hay que lograr que sea irresistible, que sea algo que anhelamos y, de ese modo, sea más sencillo incorporarlo a nuestra rutina. Familia y amigos serán importantes a la hora de implantarlo, así como deberemos erradicar todo lo que nos haga repetir malos hábitos conocidos. ¿Cómo los hacemos atractivos? Por ejemplo, combinándolos con otro hábito que ya se tenga.
     
  3. Hacerlo satisfactorio. Premiarnos al completar un hábito es fundamental. Llevar un historial de los logros puede ser una recompensa en sí mismo. Resulta satisfactorio poner una marca junto a cada actividad concluida en tu lista de pendientes. Se siente bien observar cómo los resultados se acumulan y crecen. Así, hay más probabilidades de que tu hábito perdure.
     
  4. Hacerlo fácil. No importa si avanzás lento, pero es fundamental avanzar y nunca retroceder. De esa forma, no sentiremos que estamos fallando y nos desmotivaremos. Una gran idea para iniciar un hábito es reducir la dificultad a algo que puedas hacer en dos minutos (la llama “la regla de los dos minutos”). Por ejemplo, “ponerse la ropa deportiva” en lugar de “correr 5 km”.

Libro recomendado: Hábitos atómicos, de James Clear (Planeta)

El libro, una suerte de manual de instrucciones, con consejos prácticos sustentados en biología, neurociencias, psicología, filosofía, pone al descubierto las fuerzas ocultas que moldean nuestro comportamiento, desde nuestra mentalidad, pasando por el ambiente, hasta la genética, y nos empuja al verdadero cambio.

 

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