Hacete amiga de vos: una guía para convertirte en tu mejor compañía

Andá despacio 

Ninguna conversación interesante se crea en un vínculo apurado. Muchas veces entramos en cortocircuito con nosotras mismas simplemente porque estamos a mil, entonces nos volvemos impacientes, torpes, confusas, o tristes. Se instala una incomodidad con nosotras mismas, porque dejamos de respetar nuestro propio ritmo. Entonces, ¿quién te apura?, ¿cómo podés ganar más tiempo?, ¿qué puede ralentarse?

Decite piropos

Una buena amiga tiende a ser una gran cheerleader. ¿Hace cuánto que no te elogiás? Honrarte, celebrarte y reconocer tus virtudes es parte esencial de autoconocerte y también de agradecer lo que te fue dado. Muchas veces buscamos el reconocimiento externo, pero lo que verdaderamente nos trae paz mental es saber quiénes somos, sin falsas modestias, y mirarnos con ojos buenos.  

Comé rico y nutritivo

¿Cómo agasajarías a alguien a quien querés mucho? A veces salimos del paso con comida congelada o de delivery, pero la experiencia de ese ritual amoroso que es poner la mesa, cocinarte rico y disponerte a tener una comida tranquila sola o en familia hace toda la diferencia. La alimentación es una forma muy poderosa de amor, a veces es hacer un curso de cocina; otras, preparar un plato nuevo o empezar una experiencia detox. ¡Armá tu banquete!

Creá tu diario de gratitud

Las amistades más profundas son las que se cultivan en conversaciones sinceras. Estar al día con nosotras mismas requiere un marco, como todo. Para saber cómo está un/a amigo/a se necesita poner un encuentro, generar ese tiempo. Lo mismo pasa con nuestro vínculo interno. Una cita con nosotras mismas podría ser un cuaderno con alguna premisa, por ejemplo: “¿por qué estoy agradecida hoy?”. Es una buena manera de tener un disparador positivo para arrancar a escucharnos. 

Acompañate con lo que esté pasando

Una buena amiga es aquella que no se asusta, que entiende que tenemos los recursos, sabe tener paciencia en nuestros procesos, no se desespera frente a una emoción desbordante. Lo mismo con nosotras mismas, ¿cuán amables y pacientes estamos siendo?, ¿me asusto ante una sensación que no entiendo?, ¿me acompaño en los desafíos?, ¿pido ayuda? La verdadera amistad es la que permanece sin chistar, contemplativa, creyendo en el plan divino y con la confianza de que nada malo puede pasar.

Date un mimo con una crema

Sé que parece medio pavo, pero en el apuro del comienzo del día o el agotamiento al terminarlo, nunca lo hacemos. Darte el tiempo y el espacio para un automasaje puede ser otra manera de dialogar con vos misma.  Porque a veces no se necesitan tantas palabras, sino una mayor conexión piel con piel (¡la tuya propia!). Pasate una linda crema y sentí tus formas, tu temperatura, tu latido, alcanzá los lugares a los que en el repaso general nunca se llega. Las endorfinas y la oxitocina se liberan con el contacto físico. 

Armá tu red de contención

Hablamos de ser tu mejor amiga con vos misma, pero esto, aunque suene paradójico, no se hace en soledad. Cuando el amor se expande, se vuelve inclusivo y diverso. Desde mascotas hasta amigos, familia, pareja, vecinos, compañeros, profesionales, terapeutas. ¿Cuál es tu red? ¿Escuchaste esa frase que dice: “se necesita un pueblo para criar un hijo”? Yo creo que todos necesitamos nuestro pequeño pueblo donde crecer y ser felices. Y esa red se arma cuando somos genuinas, vulnerables, amables, generosas, cuando nos abrimos, sin dar por sentado lo que tenemos, porque cada vínculo también se atesora y se cuida.

Respirá conscientemente

Inhalar y exhalar son pulsos vitales. Si observás, todo en nuestra naturaleza es tomar y dejar ir, de manera cíclica. La sabiduría más profunda reside en algo que hacemos todos los días, a cada instante: respirar. Pero cambia contundentemente cuando le ponemos nuestra atención (pranayamas, se les llama en yoga) y le sacamos el modo automático. Cada vez que respiramos, en cada inhalación y exhalación, somos anfitrionas de nuestro oxígeno, nos llenamos de prana, energía vital sutil.