Ashwagandha: para qué sirve esta planta que está de moda
Desde la antigüedad, la ashwagandha fue venerada por sus propiedades curativas. Hoy, esta planta continúa sorprendiendo por sus beneficios. En esta nota te los detallamos.
17 de agosto de 2024
La ashwaganda es una planta originaria del sudeste asiático y, en particular, de la India - Créditos: Getty
Conocida popularmente como el "ginseng indio", la ashwagandha ha ganado protagonismo en todo el mundo gracias a sus impresionantes efectos revitalizantes. Aunque su fama parece haber surgido en los últimos años, esta planta adaptógena -que significa que ayuda al organismo a adaptarse a los factores estresantes y restablecer el equilibrio- tiene una historia rica que se remonta a miles de años en la medicina tradicional ayurvédica.
Origen y funcionamiento de la ashwagandha
Originaria del sudeste asiático y, en particular, de la India, la ashwagandha ha sido un pilar fundamental en las prácticas medicinales de la región. “Desde siempre ha sido valorada por sus propiedades rejuvenecedoras y energéticas”, comenta Florencia Fasanella, farmacéutica y fitoterapeuta, experta en fitomedicina, fitodermatología y fitocosmética.
Los beneficios de la ashwagandha no son fruto del azar. Sus componentes activos, conocidos como withanólidos, han sido objeto de numerosos estudios científicos debido a su influencia en el sistema nervioso. Estos principios activos actúan sobre diversas vías fisiológicas, contribuyendo a la reducción del estrés y la ansiedad al regular los niveles de cortisol, la famosa "hormona del estrés".
Sus componentes activos, conocidos como withanólidos, han sido objeto de numerosos estudios científicos debido a su influencia en el sistema nervioso - Créditos: Getty
Sin embargo, los beneficios de la ashwagandha no se limitan únicamente a su capacidad para reducir el estrés. “También tienen propiedades antiinflamatorias y antioxidantes, protegiendo a las células del daño oxidativo (lo cual le confiere propiedades preventivas a nivel de la neurodegeneración) y promueven la homeostasis. Además, se cree que la ashwagandha puede mejorar la función del sistema inmune y aumentar la resistencia física y mental”, señala Fasanella.
Beneficios clave de la ashwagandha
Reducción del estrés y la ansiedad: Regula los niveles de cortisol, promoviendo una sensación de calma y ayudando a combatir el insomnio.
Mejora del rendimiento físico: Aumenta la resistencia y la fuerza muscular, lo que la convierte en una excelente opción para quienes entrenan regularmente.
Apoyo a la función cognitiva: Potencia la memoria y la concentración, favoreciendo un rendimiento mental óptimo.
Propiedades antidepresivas: Estudios recientes han demostrado su efecto positivo en el estado de ánimo.
Acción antiinflamatoria y antioxidante: Protege las células del daño y reduce la inflamación, lo que contribuye a la salud general del organismo.
La ashwagandha controla los niveles de cortisol, que es la hormona del estrés - Créditos: Getty
Advertencias
No obstante, es importante tener en cuenta que esta planta no es adecuada para todos. Fasanella advierte que su uso no está recomendado en mujeres embarazadas o en período de lactancia. Además, quienes estén bajo tratamiento con medicamentos sedantes deben evitar la ashwagandha, ya que podría interactuar con estos.
Formas de consumo
Si estás pensando en incorporar ashwagandha a tu rutina de bienestar, lo más prudente es consultar primero con un médico para obtener una dosis personalizada. Dependiendo de tus necesidades y preferencias, podés optar por las cápsulas o comprimidos, disponibles en dosis que varían desde los 300 miligramos hasta un gramo.
La ashwaganda se puede consumir en cápsulas, en polvo o en un extracto líquido - Créditos: Getty
Otra opción popular es la ashwagandha en polvo, que se puede agregar a batidos, tés o incluso alimentos. “Se suele consumir una cucharada por día que no supere el gramo diario”, recomienda la experta. Para quienes prefieren una alternativa líquida, la ashwagandha también está disponible en tintura, un extracto que se puede diluir en agua o jugo. En este caso, la dosis recomendada es el equivalente en gotas al peso de la persona por día.
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