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Qué influye en el envejecimiento cerebral y cómo revertirlo, según una experta

Melina Masnatta, emprendedora y especialista en Tecnología educativa, reflexiona sobre el envejecimiento al que no le prestamos tanta atención: el del cerebro. Cómo cuidarnos y las claves para revertir ciertos hábitos dañinos.


mujer con celular

El mal uso de la tecnología produce envejecimiento cerebral. - Créditos: Getty



Por Melina Masnatta

Vivimos en un contexto donde uno de los afanes principales es mantenerse joven. Solemos invertir en cremas antiarrugas y tratamientos antiage, pero ¿qué pasa con nuestro cerebro?, ¿envejece al mismo ritmo que nosotros?, aunque no lo veamos la respuesta es no, y es crucial que entendamos por qué.

El envejecimiento cerebral es un proceso individual y único. No todos envejecemos al mismo ritmo, y la diferencia entre nuestra edad cronológica y la edad biológica de nuestro cerebro, lo que se conoce como la brecha cerebral, puede ser muy significativa. Hay cerebros que, a los 50 años, tienen una edad biológica de 60, mientras que otros, a los 70, funcionan como si tuvieran 50. Es importante preguntarnos por qué ocurre esto y qué factores influyen.

Melina Masnatta

Melina Masnatta, experta en el uso de las tecnologías. - Créditos: Gentileza


Una investigación reciente publicada en Nature Medicine, con la participación del Centro de Neurociencias Cognitivas de la Universidad de San Andrés, exploró la brecha cerebral y reveló que diversos factores pueden acelerar el envejecimiento del cerebro, a las cuales se les suman otros causales: que van desde aspectos sociales y físicos como la desigualdad socioeconómica, la contaminación atmosférica, la carga de enfermedades transmisibles y no transmisibles; hasta aspectos más específicos como los trastornos neurocognitivos como el Alzheimer.

Ahora bien, en regiones como América Latina, las mujeres con Alzheimer presentan mayores brechas cerebrales que los hombres, lo cual destaca la importancia de abordar las desigualdades de género como un factor clave. Y de manera más amplia, las poblaciones de la región, marcadas por grandes desigualdades como el acceso limitado a los servicios de salud o los bajos niveles educativos, también muestran edades cerebrales más avanzadas en comparación con otras regiones. ¿Y qué pasa con los niveles de estrés en el que lideramos los rankings?

El uso de las tecnologías y la vejez de nuestro cerebro

Hoy sabemos que el burnout y el estrés crónico se ven influidos por la tecnología. Y aquí es que las pantallas juegan un papel dual en este proceso. Por un lado, la hiperconectividad, la sobrecarga de información y el uso excesivo de redes sociales pueden generar fatiga mental, dificultar la concentración y aumentar el estrés, afectando la plasticidad cerebral. Incluso se ha acuñado el término brain rot (cerebro podrido) para describir el deterioro cognitivo y emocional asociado con el consumo digital de baja calidad.

Pero, por otro lado, la tecnología también puede ser nuestra aliada. Existen aplicaciones de bienestar digital y plataformas educativas adaptativas que nos permiten diseñar estrategias para reducir el impacto del envejecimiento acelerado del cerebro. Además de herramientas de monitoreo cerebral que permiten conocer mejor causas y efectos.

 

Entonces, ¿qué podemos hacer para mantener nuestro cerebro joven y saludable? La buena noticia es que es posible revertir estos patrones con algunas de estas claves:

  1. Uso consciente de la tecnología: Promover campañas de "desconexión/conexión positiva", fomentando pausas digitales y hábitos saludables.
     
  2. Intervenciones específicas para poblaciones en riesgo: Es fundamental asegurar el acceso a herramientas de bienestar mental a quienes más están expuestos, como por ejemplo menores de edad.
     
  3. Promover el aprendizaje continuo: Aprender de manera deliberada, con un propósito claro, nos permite desarrollar habilidades esenciales como el pensamiento crítico, la comunicación efectiva, la gestión de emociones y la creatividad. Lo que aprendemos nos empodera y nos propone seguir enriqueciendo una "dieta cognitiva" saludable.

 

En otras palabras, invertir en nuestro cerebro: un cerebro más saludable nos permite tener mayores capacidades para toda la vida. Esto implica cuidarnos no solo físicamente, sino también mental, emocional y socialmente.El envejecimiento cerebral es un proceso complejo y multifactorial en el que podemos influir. No se trata solo de cuidarnos físicamente, sino también de prestar atención a nuestra salud mental, emocional y social.

Es fundamental ser conscientes de cómo la tecnología impacta en nuestro cerebro y utilizarla de manera responsable. La próxima vez que te sientas agotado o fatigado, recordá que el equilibrio entre tecnología, educación y bienestar es la mejor inversión para un cerebro joven y un futuro brillante.

 

(*)Por Melina Masnatta, gentileza para OHLALÁ! Melina es emprendedora y especialista en Tecnología educativa, autora del libro Educar en tiempos sintéticos (Galerna, 2024).

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